Escucha activa: más importante de lo que piensas

En la era actual de Internet, la cantidad promedio de información con la que somos bombardeados diariamente es cada vez mayor.

Vídeos, imágenes, artículos, posts y la práctica del “scrolling” interminable han disminuido significativamente nuestra capacidad de atención y nos han hecho rechazar, sin darnos cuenta, un gran porcentaje de la información que recibimos, como reflejo de la “sobrecarga” que atraviesan nuestros cerebros.

Este hábito inconsciente puede resultar un obstáculo cuando se trata de la habilidad blanda de la escucha activa.

De acuerdo con la definición de Wikipedia:

“La escucha activa es una técnica de escucha cuidadosa y observación de señales no verbales, con retroalimentación en forma de paráfrasis precisa, que se utiliza en el asesoramiento, la capacitación y la resolución de disputas o conflictos. La escucha activa requiere que el oyente preste atención, comprenda, responda y recuerde lo que se dice en el contexto de la entonación, el tiempo y las señales no verbales (lenguaje corporal)”.

 

Como habrás adivinado, la capacidad de atención limitada puede hacer retroceder las prácticas anteriores, haciéndote más vulnerable a 2 tipos de peligros que emanan de la escucha inactiva:

  1. Malentendidos. No interpretar adecuadamente las señales verbales y no verbales de su interlocutor, puede llevar a una percepción falsa de sus intenciones, dando lugar así a malentendidos que, especialmente en el ámbito laboral y cuando su interlocutor es un superior, pueden tener resultados impredecibles.
  2. Falsa comprensión de las instrucciones. Al “perder” partes de un conjunto de instrucciones recibidas y, peor aún, si duda en pedir su repetición, puede tener un efecto dominó tanto en las tareas que debe cumplir como en la relación con tus colegas
     

Para evitar todo lo anterior, un buen oyente debe poseer las llamadas “Tres A” de la escucha activa. Sus rasgos más importantes:

1.Actitud: Consiste en entender que debemos ser respetuosos hacia lo que otros dicen.

2.Atención: Para ser un oyente efectivo, debemos tener una buena atención. Por supuesto, es más fácil decirlo que hacerlo. Muchos de nosotros tenemos menos capacidad de atención o tendemos a distraernos fácilmente.

3. Flexibilidad: Tiene que ver con mantener una mente abierta. Cuando mantenemos una mente abierta y estamos listos para invertir nuestro tiempo, nos adaptamos rápidamente a la situación y nos convertimos en mejores oyentes.

Los 3 conceptos anteriores se pueden entrenar y mejorar a través de las tarjetas de actividades de "Escucha activa" que encontrarás en la plataforma de aprendizaje del proyecto See First en www.seefirst.eu

A través de actividades divertidas y atractivas, tanto para individuos como para grupos, puedes aprender a convertirse en un mejor oyente prestando atención a tu interlocutor y captando no solo sus señales verbales, sino también las no verbales, resultando así  una mejor comunicación, evitando malas interpretaciones .

¡Descúbrelos ahora!